
La Rumorosa
Dicen que en una rancherÃa cercana a la ciudad de Tijuana vivÃa una enfermera llamada Eva. Era muy conocida y respetada porque ayudaba a los enfermos y a los accidentados; sin importar la hora iba adonde se lo pidieran. Cierto dÃa, llegó a su casa una señora que le rogó muy angustiada:
—Señorita Eva, mi esposo está enfermo, necesita que lo atiendan; por favor, venga a verlo.
— ¿Qué es lo que tiene? —preguntó la enfermera.
—Ha tenido mucho dolor de estómago, toda la noche se estuvo quejando
—respondió la mujer.
— ¿Por dónde vives?
—Cerca de La Rumorosa —contestó.
—Está lejos —dijo la enfermera—. Primero voy a ver a una vecina que también está enferma, pero dime cómo llegar y en cuanto me desocupe, iré para allá.
La señora le dio las señas del lugar y se fue. Mientras tanto, la enfermera tomó su maletÃn y se dirigió a la casa de su vecina. Terminada su visita, salió rumbo a La Rumorosa caminando bajo el calor intenso del mediodÃa, pero en su prisa por llegar adonde la esperaban, equivocó el camino.
—No veo ninguna casa —pensó preocupada— estoy segura de que me dijo que era por aquÃ.
Ya habÃan pasado varias horas desde que saliera de su casa y pronto oscurecerÃa. TenÃa hambre y sed porque el agua que llevaba se habÃa terminado; aún asà trató de no desesperarse. Levantó la vista y no miró otra cosa que piedras formando los enormes cerros de La Rumorosa... una sensación de temor la invadió porque sabÃa historias de ese lugar en las que se hablaba de aparecidos, brujas y quién sabe cuántas cosas más.
Decidió volver a caminar y guardando su miedo se metió entre aquellos cerros; con la noche las enormes piedras que se encontraban por todos lados se transformaban en horrendas personas y animales que gritaban su nombre: ¡Eva, Eva...!
La mujer echó a correr desesperada entre las rocas hasta que sus pies resbalaron y no supo más de sÃ.
Con los dÃas, los vecinos fueron a buscar a Eva a su casa, pero no la encontraron. No volvieron a saber de ella hasta que en las curvas de La Rumorosa vieron a una mujer vestida de blanco que pedÃa raite... el camino era tan difÃcil que nadie podÃa detenerse, pero aun asÃ, cuando menos se lo esperaban, ¡aparecÃa sentada a un lado del que iba manejando! ¡El susto que se llevaban! La mujer se quedaba muda y siempre desaparecÃa frente al panteón. Se dice que todos estaban tan espantados que ya no querÃan pasar por aquellos lugares, pues corrÃa el rumor de que era la enfermera muerta.
Otros cuentan que en la Cruz Roja de Tecate, muchos pacientes han sido atendidos por una misteriosa mujer que era muy cuidadosa en las curaciones y desaparecÃa siempre que llegaba la enfermera de turno; a pesar del susto que les dio ver cómo se desvanecÃa, la mayorÃa coincide en que siempre los favoreció.
Mucha gente ha acudido con el padre para que ayude a la enfermera en pena, pero, como nadie sabe dónde murió, no han podido hacer nada; asÃ, la muerta seguirá vagando por los caminos de La Rumorosa durante muchos años más.

*Colección Literatura Infantil CONAFE